Cuando Sara Calvo se incorporó al equipo de José Domingo Monforte Abogados Asociados no sabía que las paredes del edificio donde iba a trabajar escondían parte de su historia familiar.
Fue en una charla informal con su familia política, cuando descubrió que Ana María, la abuela de su novio había nacido y vivido largos años en la casa que hoy es sede principal del despacho.
De ahí nace la idea de organizar una visita cargada de sentimiento y nostalgia….Y Ana María Canal Bastida medio siglo después regresa a la que fue su casa…..
Con ella viajamos al año 1935. En esa fecha Ana María vino al mundo en la habitación que hoy es el despacho de nuestro socio director José Domingo Monforte. En esa amplia estancia estaba el dormitorio de sus padres.
El padre de Ana María era catalán. Vino a Valencia para impulsar y dirigir la Mutua General de Seguros que abría nueva sede en la capital del Turia. En los primeros años nuestro despacho compartía dos funciones: era la sede de la mutua y la vivienda familiar de su director.
Ana María recuerda que, en la que hoy es la Sala de Juntas, estaba la clínica. Ella era muy pequeña y cuando no había pacientes que atender, jugaba en esa sala con el médico que le ponía vendas y tiritas para tapar heridas que sólo existían en su imaginación infantil. Con el tiempo la mutua creció y las oficinas se trasladaron al entresuelo del edificio.. Todo el piso quedó entonces a disposición de la familia. Y la clínica pasó a ser el comedor familiar.
En esta estancia ocurre uno de los episodios más dramáticos de la infancia de Ana María. Era muy pequeña cuando estalla la guerra civil. A pesar de ello, recuerda claramente un bombardeo. Era la hora de la comida. La familia estaba reunida en el comedor familiar. Cuando escucharon la sirena que avisaba de la llegada de las bombas, su padre les gritó que corrieran hacia la escalera, la zona que creían más fuerte y segura del edificio. Ana María recuerda que corrió con el plato en la mano por el pasillo que se hacía interminable. Le cayó la cuchara, pero su madre no le dejó pararse a recogerla….
A pesar del peligro, el padre de Ana María nunca quiso abandonar el domicilio familiar. “Tuvimos mucha suerte”, relata, porque en el Ayuntamiento cayeron 5 bombas y ninguna llegó a explotar. No sólo no marcharon sino que también acogieron en su casa a un amigo que había huido de Alicante por estar amenazado de muerte.
Por la puerta de servicio, que hoy se conserva intacta pero prácticamente inservible, se hacía el estraperlo…..Y por ella entraron también un día los milicianos con intención de registrar la casa. Ana María recuerda el miedo que sintieron cuando encontraron en un altillo libros e imágenes religiosas que su tía había escondido.
Pero esta casa fue mucho más que eso…..recuerda las carreras acaloradas con su hermana por el largo pasillo de 32 metros que acababan en un salto acrobático sobre el sillón del comedor. Las largas horas practicando al piano. Las noches compartidas con su hermana en el dormitorio que hoy es el despacho del abogado Vicente Martínez, la enorme cocina donde siempre podía encontrar la ayuda solícita de dos chicas del servicio….y el teléfono que, a veces sonaba a altas horas de la noche, para informar a su padre, director de la mutua de algún accidente.
Ana María salió de esta casa para casarse. Unos años después también sus padres dejaron la vivienda. Nunca más había podido regresar…..Hasta hoy.
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