Jose Juan Domingo Baldoví. Especialista en Derecho de la Música.
Ofensa o protesta. Estoy de acuerdo con quienes mantienen que la música no nos interpela, sino que apela a nuestra sensibilidad, pudiendo lanzar un mensaje en el doble plano sentimental y racional. Este fue el caso de la interpretación que Jimmy Hendrix hizo del himno nacional de EE.UU en el Festival de Woodstock de 1969, que se mantiene en el recuerdo como una significada intervención en el debate público por medio de la música.
Los himnos nacionales son considerados composiciones emblemáticas que identifican y reflejan la unión y los sentimientos de solidaridad y glorificación de la historia de un país. Hendrix transformó la interpretación del himno oficial de los Estados Unidos (“Star Spangled Banner”, la bandera de las barras y las estrellas), en un solo de guitarra de escasamente cuatro minutos, en una protesta contra la guerra de Vietnam sin hacer nada subversivo. Tocando, porque no había letra, hizo algo que no se había hecho hasta entonces: una dura crítica con el solo sonido furioso y violento de su guitarra, lo que provocó la negativa reacción del conservadurismo patriótico estadounidense y que el FBI interviniera vigilando sus movimientos.
Así fue, pasadas las 8 de la mañana del lunes 18 de agosto de 1969, tras tres días consecutivos de fiesta y de rock en vivo tocado por los grupos más importantes del panorama americano y británico del momento, en las praderas de una granja en Bethel (condado de Sullivan, estado de Nueva York), allí ocurrió lo que se reconoce como el acontecimiento cultural más importante de EEUU y que convirtió en mítico el Woodstock Rock Festival.
La banda liderada por Hendrix “Gypsy Sun and Rainbows” debería haber actuado el sábado por la noche pero por múltiples retrasos causados por aguaceros y problemas técnicos les tocó cerrar el concierto. No quedarían allí más de 30.000 de los 500.000 espectadores del festival, cansados y somnolientos o de regreso de “viajes alucinógenos”. El percusionista del grupo, Vélez, dijo que al subir al escenario “sólo se veía basura esparcida por todas partes”. Hendrix se dirigió al público diciendo: “Puedes largarte si quieres, sólo vamos a improvisar, eso es todo” y empezó con los primeros compases normales, convencionales e identificables del himno. Transcurrido un minuto -fuera narrado así- pisa un pedal y empieza a intercalar entre las notas musicales del himno otras cosas: del mástil de la guitarra Fender Stratocaster blanca de Hendrix y sus cuerdas salían de repente todos los sonidos de una guerra: el vuelo de los aviones, el silbido de los proyectiles, la caída de las bombas, el ruido de las ametralladoras, los llantos de las víctimas… (“Ibarra. La historia detrás de la canción”) con lo que la textura sonora modificó totalmente la melodía, a veces retorcida, con efecto perturbador.
Según el especialista Andy Cush, “mantuvo una nota clave demasiado tiempo, aplicó más presión a la barra de trémolo de su Stratocaster y envió el tono lentamente hacia abajo mientras sonaba; fue un efecto inquietante, como un gemido o como la sirena que avisa de un ataque aéreo”. Jimmy Hendrix asombró al mundo convirtiendo el himno en una canción antibélica, demostró que podía amar a su país y odiar la decisión de su gobierno y que se podía hacer canción protesta sin cantar: usando solo la guitarra eléctrica.
Como ya se ha dicho, cuando trascendió que se había interpretado el himno de esa manera, hubo cartas de odio de gente que se sintió ofendida y cuando un periodista le preguntó sobre si la forma “poco ortodoxa de tocarlo” iba a provocar odio, Hendrix respondió: “No me parece poco ortodoxo, me parece hermoso”. Lo fue, fueron 3:45 minutos de genialidad, de historia legendaria del rock y también de pura historia de los Estados Unidos. Hoy, más de medio siglo después, sigue recibiendo miles de visitas diarias en Youtube.
El organizador de Woodstock, Michael Lang, dijo que aquella visión del himno fue “El final de los sesenta, década en que tuvimos los movimientos de derechos civiles, la guerra de Vietnam, los asesinatos de Kennedy, Martin Luther King… Aquello marcó el fin de una época”. Sin duda, la interpretación despliega el recuerdo de toda una época y un contexto político, social y cultural. El especialista G. Marcus dijo que “es la mejor canción protesta de todos los tiempos, pero no es una canción protesta, sino una pieza musical increíblemente ambigua”. Hendrix murió escasamente un año después de aquel gran momento, a los 27 años.
Este es el significado que diferencia la ofensa de la protesta, que apreciamos los que reconocemos y diferenciamos, y somos capaces de escuchar la música del derecho.
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