José Domingo Monforte. Las Provincias. L’Horta 7/8/15
El 6 de agosto Silla despierta con las notas de la dolçaina y el tabalet. Recuerdo, cuando todavía era un niño. El día del Cristo costaba levantarse de la cama. La víspera siempre se alargaba la fiesta más de la cuenta….Pero era escuchar esa melodía y olvidar el sueño para salir corriendo al balcón, y todavía en pijama, con las pestañas pegadas, contemplar el baile de nuestros guerreros más admirados: la “Dansa dels Porrots”.
Las crónicas y los historiadores destacan que es una danza antiquísima, milenaria, de origen quizá greco-romano. Una danza guerrera. Vistos con ojos infantiles, los 10 danzadores eran más que eso: eran héroes. Personajes de una historia de desafíos, conflicto y lucha…Pero también de fuerza, garra y superación, con su mirada nos hablan y trasladan la fuerza mental para actuar con valor en lugar de retroceder con cobardía.
Mi padre interpretaba para mi, en voz baja, la historia al tiempo que los bailadores ejecutaban con perfección milimétrica cada paso…cada escena. “Fixat com es miren els guerres, com l’amenaça amb el dit….com li tracta de pegar amb el puny”…
Años atrás fue su padre, mi abuelo quien trató de explicarle a él, esos curiosos movimientos…y hoy, muchos años después soy yo, el que se lo cuenta a mis hijos. Porque así debe ser.
La Dansa dels Porrots es una seña de identidad para los silleros. En verdad pienso que imprime carácter, que la llevamos en el ADN. En esta danza encuentro toda una filosofía de vida que trato de aplicar a mi profesión: abogado, pero que se pueda extender a cualquier oficio. El valor de defender una causa con la máxima intensidad y responsabilidad, “con uñas y dientes”, sin perder la oportunidad de conciliar intereses, haciendo equilibrios para encontrar ese punto intermedio donde se consigue el acuerdo entre dos partes enfrentadas….luchar, a veces ganar y otras, porque no decirlo, perder pero sin darse por vencido, haciendo válida y real esa máxima de ganar con humildad y perder con dignidad.
Nuestras batallas son legales, el arma, nuestro “porrot”: la ley. Armados con artículos, normas, jurisprudencia y sobre todo del filtro de la experiencia de múltiples batallas, defendemos muchas causas diferentes, tantas como personas solicitan nuestra protección y ayuda con necesidad de justicia o por persecución de la misma.
Estos nuevos tiempos que vivimos, son idóneos para recordar que la vida lejos de asumirla bajo la sumisión, la inmovilidad o la huida, hay que afrontarla luchando, como hacen nuestros diez guerreros, con valentía, viviendo sin miedos, con los pies en la tierra y la mirada en el cielo, llenando los días de dignidad y de orgullo legítimo.
Leo en una crónica de J. Carles Saragossa publicada en la revista “Algudor”una interpretación del significado de la Dansa dels Porrots que comparto plenamente: “la intrepidez que muestran los danzadores con los continuos desafíos y la lucha consiguiente es una buena imagen de lo que quiere transmitir la danza pues los danzadores, sin armas dirimen sus diferencias con una lucha noble que prueba la valentía de los soldados y exalta el triunfo final, simbolizado por las coronas de laurel que lucen en la cabeza”.
Los guerreros de la danza recuerdan a Heracles, personaje de la mitología griega que los romanos llamaron Hércules. Un héroe del trabajo, del esfuerzo y la superación, se le considera el primer competidor y vencedor de todas las competiciones olímpicas. No puedo encontrar mejor inspiración para continuar la lucha del día a día. Y como nuestros danzadores guerreros librar la batalla, unidos en formación, sin miedos y sin perder nunca el paso, ni la actitud positiva, la ilusión y optimismo del compás alegre de la dolçaina y el tabalet.
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