Oye Siri

Publicado en el periódico Levante-EMV.

José Domingo Monforte. Socio-director de DOMINGO MONFORTE Abogados.

El acompañamiento de un asistente de voz y el objetivo declarado de las grandes compañías como Apple, Amazon, Google o Microsoft  de lograr tecnológicamente mantener conversaciones de hasta 20 minutos es un signo inequívoco del asilamiento comunicativo  que acompaña cada vez más a esta nuestra sociedad. Y, al propio tiempo, contradictoria y confusamente,  también del miedo a la soledad, del que rápidamente ven ventaja y ganancia las grandes tecnológicas: Siri, Google Now, Cortana, S Voice, Alexa, Xiaoice… silencios y conversaciones enlatadas con una voz cordial que desconoce por completo el estado de ánimo del humano que le habla y le pregunta confiadamente todo tipo de cosas, incluso aquellas que afectan a su esfera más personal…

No es de extrañar que estos gigantes tecnológicos estrechen la colaboración con psicólogos y filólogos en la construcción de una ingeniería de futuro, cuya misión y objetivo principal es dotarles de empatía, sentido y oportunidad a estos reconvertidos -por una suerte de inteligencia artificial- en confidentes electrónicos, ausentes de un sistema límbico, que no se cansan nunca de escuchar.

Cada vez nos parecen más lejanas y de otro tiempo las tertulias con  amigos y en familia, en las que todos participaban y se sentían acompañados en el bienestar que ofrece la  compañía deseada y las conversaciones gentiles entre afines. Hoy han quedado, por lo general, desplazadas a comprimidas notas de voz y  mensajes por WhatsApp.

Recuerdo con nostalgia mi vida en un pueblo, en el que nuestros padres y amigos a  la fresca y en la puerta de la casa sentados con las propias sillas de la casa,  conversaban y enriquecían las relaciones con amenas tertulias en las que lo niños escuchábamos distraídamente.

Los avances tecnológicos contribuirán, seguramente, en muchos aspectos a mejorar y obtener ventajas  y mejoras en ciencia, salud, comunicación… pero algo de lo esencial y  humano se va perdiendo en estas nuevas formas de comunicación.

Sinceramente, no creo que por mucho que avancen estas inteligencias artificiales logren resolver las vivencias del amor. Quizá sea oportuno por el entorno festivo de San Valentín recordar la figura no comercial del Santo Valentín, que se remonta a la época del Imperio Romano. Valentín, era un humilde sacerdote que ejercía en Roma, en tiempo del Emperador Claudio II,  Emperador que prohibió celebrar matrimonio entre jóvenes, con el interés espurio de que los solteros sin familia eran mejores soldados. El sacerdote consideró que el decreto era injusto y desafió al Emperador y siguió celebrando en secreto matrimonios hasta que fue encarcelado y finalmente ejecutado el 14 de Febrero del año 270. No puede haber mejor expresión de la autenticidad y del sentido del amor que la del Santo.

No creo que ni Siri ni Alexa, ni cualquier otra de amable y robotizada voz, ni ninguna  inteligencia artificial actual o en desarrollo pueda lograr sustituir -como se confiesa que se pretende- el acompañamiento emocional. Ni mucho menos los tsunamis emocionales y alteraciones químicas que derivan de las intensas emociones del estado eufórico y pasional del enamoramiento y sus efectos secundarios, que suelen afectar a la mente y al cuerpo. Exaltación intensa, que con tanto acierto poemizó Lope de Vega: Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor suave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño; esto es amor, quien lo probó lo sabe.

Tampoco nos darán las claves de la relación de pareja, que el reputado científico en el campo del enamoramiento y del amor Robert Sternberg desarrolló en su “Teoría triangular del amor”, en la que describe los distintos elementos -intimidad, pasión y compromiso- que componen este fenómeno, así como las posibles combinaciones de estos elementos a la hora de formar los diferentes tipos de relaciones.

Intimidad: La cercanía entre los individuos que componen una relación es lo que Sternberg nombra como intimidad. Es la conexión emocional, el afecto y la confianza que hay entre éstos.

Pasión: denomina pasión a la energía y la excitación que existe en la pareja. Es el impulso y la necesidad de estar con el otro. Es la atracción física.

Compromiso: Es una decisión, lo que podría definirse como querer quererse, estar juntos a pesar de los malos momentos. Es, en definitiva, tener una visión compartida del futuro.

No hay mejor expresión y ejemplo de lección de amor para incrédulos que la romántica historia, que oí relatar al añorado José María Íñigo, de una pareja de ancianos que pidieron estar juntos en el hospital, estando en el mismo recinto pero en habitaciones separadas. Tras 68 años casados no podían estar separados, de hecho, no lo habían estado antes.: Tom Clark (96) y Arnisteen Clark (92), tras 68 años de matrimonio,  pidieron estar juntos en la misma habitación del hospital, dando un ejemplo de amor para toda la vida. La pareja de venerables ancianos  no pudo soportar este hecho, ya que jamás se habían separado. Cuando los unieron debieron sentir que el hecho solo de coger la mano de la persona que amas mitiga el dolor.

Oye Siri: Viva San Valentín!

 

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