José Domingo Monforte. Abogado.
Publicado en Las Provincias el 19/3/17
El número total de refugiados en el mundo ha aumentado por quinto año consecutivo, hasta llegar a superar los sesenta y cinco millones. Con razón se dice que estamos ante el mayor desplazamiento desde la segunda Guerra Mundial.
La ayuda y practica de conceder asilo a personas que huyen de la persecución en tierras extranjeras es uno de los primeros hitos de la civilización, se han encontrado referencias que se remontan a más de 3500 años, durante el florecimiento de los grandes imperios a principios del Oriente Medio tales como los hititas, babilonios, asirios y los egipcios antiguos.
La propia Sagrada Familia tuvo que huir y fue el odio la persecución y la muerte lo que les llevó a trazar el plan de salvación huyendo a Egipto, dicho episodio se halla narrado en el Evangelio de San Mateo “Un Ángel del Señor se aparece en sueños a José, diciéndole: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para acabar con Él. José, levantándose, tomó consigo al niño y su madre, de noche, y se refugió en Egipto” . El padre franciscano Eugene Hoade nos hace una reconstrucción histórica de las penalidades de dicha huida; con un pobre y precario equipaje, comenzaron a moverse por el Sur a través de las montañas de Hebrón, por senderos empinados y seguidos de precipicios, peligrosos y sin rastro alguno en la oscuridad. Al amanecer verían desde lo alto la llanura de los filisteos. Luego el occidente hacía Gaza en el Mediterráneo, probablemente se juntaron con caravanas en Bersabée para cruzar el desnudo desierto con temperaturas extremas hasta salir de la jurisdicción de Herodes y llegar a Egipto donde encontraron la ayuda y la solidaridad de las colonias judías.
Golpea nuestra conciencia hoy la odisea de millones de personas familias sirias, afganas, kosavares, eritreas, nigerianas o somalíes que escapan como la Sagrada Familia del odio y la muerte. Miles y miles de ellos mueren hacinados en barcos, ahogados, y los que logran sobrevivir al periplo cargado de penalidades extremas, encuentran interminables esperas de pobreza e incertidumbre como refugiados.
La Convención de Refugiados de 1951 define al refugiado como una persona que “debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país”
Los patrones globales de migración, en estos tiempos, se han vuelto cada vez más complejos, con la participación no solo de refugiados, que huyen de guerras, de situaciones extremas de violencia, violando su dignidad humana, sus libertades y los más elementales y fundamentales derechos humanos, sino también de millones de migrantes económicos que son aquellos que abandonan su país de origen a fin de mejorar su calidad de vida.
Tiempos en los que se ha instaurado la peor de las crisis, la crisis humanitaria, que es dar la espalda a las situaciones de necesidad trágica y desesperación. En mi opinión, ha sido el Papa Francisco quien con más sencillez y claridad la ha definido “Lo que estamos viviendo aquí con los prófugos es la gran vergüenza humana. El mediterráneo y el Egeo son dos cementerios en estos momentos. Lo único que les pido es un hogar”.
Hala, que inspiró el documental “la niña bonita” también cierra con su experiencia la realidad de la crisis humanitaria, al sincerar sus vivencias y expresar que de la vida, lo más doloroso no son las privaciones materiales, sino sentir el rechazo de las otras personas y su falta de comprensión.
Quizá en estos días que celebramos con tanta entrega, diversión, fuego, ruido y pasión nuestra fiestas en honor de San José, sea un buen momento para recordar que también él fue un refugiado que huyó para salvar a su familia de la persecución y de la muerte, que vivió con la misma dureza las penalidades de los refugiados de hoy encontrando la solidaridad en país extraño hasta según nos informa San Mateo: En habiendo muerto Herodes, he aquí que un ángel del Señor se aparece a José en Egipto, y le dice: Levántate, y toma al niño y a la madre, y marcha a tierra de Israel, porque han muerto ya los que atentaban a la vida del niño
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