Un boxeador que trabaja como vigilante de seguridad en un pub. 2 hombres que entran a tomar una copa después de haber consumido alcohol y cocaína. Una pelea. Un puñetazo fatídico del vigilante-boxeador y uno de los jóvenes que acaba en la UVI. ¿Merece el vigilante pena de prisión?. Un juez ha dictaminado que NO. Actúo en legítima defensa. Este es el relato de los hechos.
Los Hechos
24 de diciembre de 2010 en un disco-pub de Sueca, Valencia. Media noche. Dos hombres entran visiblemente alterados y se dirigen a la barra a pedir unas bebidas. Desde el primer momento el encargado y el vigilante de seguridad perciben el peligro. Van bebidos, quizá han consumido drogas. Gritan, amenazan, parece que buscan pelea. Así que el propietario decide encender las luces. Les comunican que el local va a cerrar y que deben salir, pero los dos hombres se niegan. Les sirven los chupitos que reclaman para apaciguarlos, pero la situación se complica cada vez más. No quieren pagar. Hacen caso omiso a las indicaciones para abandonar el local, se encaran con clientes, amenazan al dueño y se enzarzan con el vigilante de seguridad.
Uno de los trabajadores del disco pub llama a la policía. La situación se tensa. Cogen por el cuello al vigilante, le zarandean, amenazan con ir a por una pistola que, aseguran, tienen en el coche. El vigilante es un boxeador de elite. Consciente de que su fuerza es muy superior a la de sus contrincantes, decide no responder a las provocaciones. Durante casi 40 minutos soporta estoicamente la actitud violenta de los dos sujetos que se encaran todo el que se les pone delante, sean clientes o mobiliario.
La camarera observa la escena asustada desde detrás de la barra. Es la novia del vigilante y cuando ve que le agarran del cuello con intención de pegarle, corre hacia ellos para impedírselo. Pero tampoco ella se libra de la violencia. Le alzan la mano y, en ese momento, el vigilante pierde el control de la situación. Se desembaraza de uno de sus contrincantes que le está agarrando del cuello, con un fuerte empujón y al otro le asesta un puñetazo en la cara. El sujeto que recibe el puñetazo cae al suelo y queda inconsciente…
Esa es la escena que encuentra la policía a su llegada al local. El vigilante narra los hechos y colabora con la policía en la redacción del atestado.
La noche acaba con los tres en el hospital. El vigilante y uno de los sujetos son atendidos por lesiones leves a causa de los golpes. Peor suerte corre el joven que ha quedado inconsciente. Sufre un traumatismo craneoencefálico. Ingresa en la UCI. Tardará más de 3 meses en recuperarse.
El Juicio
Esa noche empieza un largo calvario judicial para el vigilante. Se le acusa de un delito de lesiones castigado por el código penal con una pena de entre 6 meses y 3 años. También de un delito de faltas por las lesiones causadas al joven que resultó herido leve y castigado con multas.
“Durante la instrucción siempre defendimos que nuestro cliente había actuado en legítima defensa” declara José Domingo Monforte. Así lo argumentó también nuestro socio profesional, Daniel Sala, durante el juicio. Y así se refleja en la sentencia. Jorge sólo respondió a las provocaciones cuando creyó que su novia y el mismo estaban en peligro. Piense que le atacaban dos personas. Una le agarraba por el cuello, que es una zona vital. Además era evidente que su agresor no era dueño de sus actos porque actuaba bajo el efecto de las drogas. Frente a esta situación límite, Jorge responde con un puñetazo, que la sentencia considera “un medio proporcionado” aunque, desgraciadamente, el daño que causó no lo fuera. Y se aplica la eximente de legítima defensa completa”.
Cocaína y alcohol. Coctel perfecto para desencadenar violencia
Durante el juicio, el joven que quedó inconsciente en la pelea reconoció que había consumido alcohol, anfetaminas y cocaína. El otro joven también confiesa haber bebido en exceso. Los informes forenses, realizados por médicos especializados, señalan los graves efectos que esta combinación de drogas puede causar en la conducta de los individuos: “el consumo de cocaína y meta anfetamina aumenta la capacidad de irritabilidad, inestabilidad, violencia y desinhibición, consintiendo el alcohol en un factor excitante. La mezcla lleva a actitudes irritables y erráticas”.
“El sujeto era una “bomba de relojería” a punto de estallar, explica Daniel Sala, abogado penalista del despacho José Domingo Monforte Abogados Asociados, “Nuestro defendido sintió que se enfrentaba a una persona con el entendimiento trastornado por las drogas, capaz de matarle….sintió un peligro real por su vida y por la de su novia”. Por otra parte, las drogas son también causa directa del daño causado. El puñetazo que le propina, en condiciones normales, no hubiera pasado de provocarle laceraciones o inflamaciones en boca y cara….pero, tal y como declararon diferentes peritos en el juicio, las drogas influyen en la perdida de equilibrio y la caída…..es el golpe al caer al suelo el que le deja inconsciente y no el puñetazo”
“Parece que ser boxeador y trabajar de vigilante genere la creencia de que vas a actuar con violencia. Pero en este caso, Jorge supo aguantar y templar la situación hasta el límite y sólo actúo en legítima defensa. Ha quedado probado que el acusado fue, más bien, víctima que acusado en esta agresión, concluye José Domingo Monforte”.
A ello se suma que Jorge ha tenido que soportar un proceso penal y una acusación que le podía llevar a la cárcel durante más de 4 años. Al final se ha hecho justicia pero el proceso ha sido muy duro para toda la familia.
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