Caso Madeleine. Libertad de expresión. El libro del Inspector Amaral y el crimen sin resolver

secuestro niña

Área de Responsabilidad Civil de DOMINGO MONFORTE Abogados Asociados

José Domingo Monforte. Socio-director de DOMINGO MONFORTE Abogados.

Recordarán el caso nunca resuelto de Madeleine McCann. La niña, tenía solo 3 años, cuando desapareció de su cama en un apartamento de vacaciones en Praia da Luz ( Portugal) en el verano del 2007.

Ahora los McCann han recibido un nuevo golpe de la justicia. No han obtenido el respaldo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos al que acudieron frente a la decisión del Tribunal Supremo de Portugal, que amparo la publicación del libro del Inspector Amaral, que les consideraba sospechosos de muerte y desaparición de su hija.

El alto tribunal portugués argumentaba que, al entrar en conflicto el derecho al honor y la libertad de expresión, debe prevalecer la libertad de expresión. Y ahora el Tribunal de Estrasburgo respalda dicho razonamiento en un fallo acordado por unanimidad, al declarar la ponderación y equilibrio de los valores en conflicto. Y añade que  los jueces portugueses tuvieron una “cuidadosa evaluación del equilibrio entre el respeto a la vida privada y el derecho de Gonçalo Amaral a la libertad de expresión”.

Amaral recoge en su libro la hipótesis de que los padres simularon la desaparición de la pequeña, que podría haber muerto de forma accidental. Recordemos que Gerry y Kate McCann habían dejado a sus tres hijos de corta edad dormidos en el apartamento mientras ellos cenaban con un grupo de amigos en el restaurante de la urbanización. Aquí no se trataba de saber quién era el culpable, sino si podía ver la luz el libro que, a juicio de los padres, podía dificultar y entorpecer la investigación.

Personajes Públicos 

Una de las claves del caso es que el tribunal considera a los McCann personajes públicos. Se razona que los padres habían expuesto de forma voluntaria su intimidad en entrevistas “utilizando agencias de comunicación y reclutando asesores de prensa” y que continuaron haciéndolo después. “No parece que haya tenido ningún impacto serio en sus relaciones sociales o en la legítima búsqueda de su hija”. El recurso mediático de los padres, con los fines de lograr notoriedad y mantener el interés y medios en la investigación para el esclarecimiento de los hechos, les convirtió en personajes públicos y la consecuencia directa de ello es que ven reducido su derecho a la privacidad. El inspector que dirigió la investigación durante cinco meses, fue apartado del caso y acabó abandonando la Policía Judicial 27 años después. Ante la falta de avances se cerró la investigación que se reactivó en 2020 ante una pista alemana que apuntaba Christian Brückner, de 44 años, condenado por una violación en el Algarve, al que la policía portuguesa investigó y descartó en 2007 por el caso Madeleine. Se está evitando, con esta nueva vía de investigación, el cierre y la prescripción de los hechos y que los hechos y el crimen quede sin resolverse.

Pese a que a los padres de Madeleine, les queda un último recurso, en nuestra opinión la doctrina aplicada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos está avalada por múltiples precedentes en igual sentido por lo que deja poco o ningún margen a una eventual revocación.

De nuevo moral y derecho colisionan. Si bien es cierto que la sentencia, en términos jurídicos, resulta formal y técnicamente acorde a derecho, a nivel moral, resulta más discutible que quien investiga un caso y conoce unos hechos por su trabajo, rentabilice su posición funcionarial pública, con el ventajismo del “golpe de suerte” de la notoriedad del suceso y su interés público.

Además cabe resaltar que las tesis del inspector fueron científicamente descartadas. Sin duda, son transgresiones de valores o principios que moralmente debieron considerarse.

Ahí lo dejamos.

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