Cuando trabajes, trabaja y cuando descanses, descansa

El derecho a la desconexión laboral: un artículo de Jesús Asencio Fabra, abogado experto en derecho laboral. Socio profesional de Domingo Monforte Abogados Asociados. Publicado en Levante.

La irrupción de las nuevas tecnologías ha revolucionado el mercado laboral. Ordenadores, correo electrónico y teléfonos móviles, sin duda, han sido una gran aportación para mejorar la productividad y la atención al cliente. Pero han creado una nueva esclavitud. Cada vez resulta más complicado para el trabajador desconectar, disfrutar de sus necesarias horas de descanso, sin tener que atender una llamada o contestar un correo del trabajo. La disponibilidad a cualquier hora se ha convertido en una exigencia para muchos empresarios. Es el llamado «contrato psicológico». 

Para muchos trabajadores, ese contrato psicológico, es el más importante, y normalmente se traduce en mensajes de Whatsapp que se agolpan, correos electrónicos que llegan a horas intempestivas, llamadas telefónicas que responder mientras comes o cenas, en fin, una disponibilidad total y absoluta a los quehaceres laborales, disponibilidad permanente que en el actual mercado laboral, es una de las aptitudes más valoradas por las compañías.Este contrato psicológico deriva en hiperconectividad e hiperdisponibilidad, los trabajadores siempre están ahí, dispuestos, accesibles, atentos a las necesidades de la empresa,

Es hora de plantear un cambio legislativo que regule el derecho a la desconexión laboral.

«Desconectar es sano, la cultura de estar siempre conectado mina la creatividad, la capacidad de trabajo y la productividad, además envejece y crea mal humor. Nuestro marco legislativo obliga a atender a los riegos psicosociales en el trabajo».

Abordamos en estas líneas, la positiva irrupción que las nuevas tecnologías han generado en materia de conciliación laboral y familiar, pero a su vez, auspician situaciones de estrés en el trabajador, generado por la permanente conexión al trabajo. En base a ello, nos cuestionamos, ¿Legislar el derecho al descanso es necesario o supone ponerle muros al campo?

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